Los trastornos del espectro autista se manifiestan en la infancia, se agravan en la edad adulta y perduran durante toda la vida de la persona. Los afectados se caracterizan por una falta de comunicación y dificultad en la interacción y en el pensamiento. Gracias a los estudios e investigaciones de las dos últimas décadas se han conseguido grandes avances en el tratamiento de estos trastornos de origen genético desconocido. Es muy importante seguir invirtiendo en investigación para poder llegar a controlarlos porque nadie esta ajeno a ésta dolencia.
La Carta de Derechos de Personas con Autismo reconoce su derecho a una educación inclusiva, a un alojamiento idóneo y acceso a tratamientos adecuados
A un pequeño que padece autismo se le reconoce por los siguientes comportamientos:
- Deja de hablar o no lo ha hecho nunca. Su lenguaje es limitado.
- Repite siempre lo mismo o lo que oye.
- No responde a su nombre ni obedece instrucciones.
- No se inmuta ante sonidos, aunque no soporta algunos ruidos o luces.
- No juega con juguetes. Tampoco lo hace con los demás niños.
- Le gusta llevar objetos en la mano sin razón aparente.
- Apila objetos o los pone en línea.
- Evita cualquier contacto visual y no le gusta que le toquen.
- No está pendiente de su entorno.
- Para pedir las cosas toma la mano de alguien y la dirige hacia lo que desea.
- Camina de puntillas y se ríe muchas veces sin motivo.
- Tiene obsesión por la rutina, no soporta los cambios. Repite un patrón una y otra vez.
- Suele quedarse quieto, mirando un punto fijo.