Los sentimientos dolorosos son parte de la naturaleza humana, por lo tanto, no son raros ni extraños y es posible que podamos en algunas ocasiones experimentarlos. Más allá de ello es que se tornan en angustias o depresiones.
¿Qué hacer frente a esto? muchas veces no podemos resolverlos solos, necesitamos ayuda terapéutica cuando no encontramos una salida.
Es difícil convivir con este tipo de emociones por mucho tiempo, el cuerpo se "enferma", bajan las energías, nos congestionamos en el pensamiento, este no fluye, no ve más allá de su espiral de problemas. Más lamentable aún es entregarse a otro tipo de actividades que solo disfrazan la situación (alcohol, juegos, la televisión). Lo peor es huir o evitar la situación porque la solución no llega de ese modo.
Cabe y es más práctico ir de cara al sufrimiento, a aquella emoción que nos perturba. Preguntarnos ¿por qué nos pasa esto? ¿qué tememos?, ¿qué es lo peor que puede nos pasar?, ¿qué es lo que no estoy reconociendo y sí evitando?
Saquemos a la luz estos sentimientos, enfrentémoslo con todo el dolor que ello conlleva. Podemos redactarlo en un papel, contarlo a alguien de confianza, reflexionarlo, en voz alta incluso.
Cambiemos nuestro pensamientos pero también nuestros comportamientos. Movámonos y solo así veremeos cambios, logros que contrarrestaran nuestras inseguridades.
Y por último:
Necesitamos renovar energías para realizar este tipo de contra ataque o cambio emocional: cosas simples y sencillas que pueden darnos muchos beneficios como por ejemplo la compañía de amigos, ver algún paisaje bonito, respirar aire puro, tomarse un café con alguien que nos agrade, caminar. Esta energía será nuestra reserva para seguir adelante y lograr nuestros objetivos personales.
